¿Cómo saber si mi iguana esta sana?
Mantener una iguana sana y feliz requiere un cuidado especializado que es bastante diferente al de los animales de compañía convencionales. Desde las lámparas de calor y los terrarios hasta las dietas vegetarianas y los niveles especiales de humedad, se necesita conocimiento y planificación para mantener a tu pequeño reptil sano, y las iguanas no son la excepción. Debido a su gran tamaño presentan requisitos especiales de cuidado. Una revisión anual con tu veterinario especialista en reptiles te asegurará que estás al tanto de cualquier problema de salud que pueda surgir.
Estos son los signos de salud que debes buscar en tu iguana:
Los ojos de tu iguana deben ser claros, sin lágrimas, secreciones o residuos secos y costrosos. Tu iguana debe ser observadora y estar atenta a lo que sucede en su entorno. Las iguanas tienen un tercer ojo en la parte superior de la cabeza que se llama ojo parietal, y parece una perla de forma ovalada con una cubierta opaca. Es un órgano real, y se utiliza para detectar a los depredadores que pueden acecharla. Este ojo también debe ser claro y no tener secreciones.
Las iguanas estornudan regularmente para eliminar el exceso de sal de su cuerpo, y después de que tu iguana estornude, seguramente notarás pequeños depósitos de sal en su nariz. Estos depósitos nasales de sal son una parte normal de la vida de tu iguana y no son motivo de preocupación. Sin embargo, una secreción nasal excesiva es una señal de problemas y debe ser investigada.
La piel de tu iguana debe estar libre de parásitos, lesiones, abrasiones y puntos dolorosos. Una iguana sana mudará de piel 1 vez al año o puede hacerlo varias veces al año, dependiendo de su tamaño y edad. Es posible que tengas que ayudar a eliminar parte de la piel muerta de tu iguana cuando esté mudando, pero solo si no le causa molestias y si se puede hacer con poco o ningún esfuerzo. El remojo, el baño y la nebulización también pueden ayudar en el proceso de muda. Pide a tu veterinario consejos para ayudar a tu iguana a mudar de piel.
Además de estar razonablemente limpia, el interior de la boca de tu iguana debe tener un color rosa saludable y no debe tener secreciones o cualquier signo de infección. La estomatitis («putrefacción de la boca») es algo común en las iguanas, y puede pasar desapercibida sin los controles rutinarios
Las iguanas que son animales de compañía son propensas a la enfermedad ósea metabólica (EOM), que puede ser causada por la falta de calcio en su dieta, la falta de iluminación UVB o las temperaturas inadecuadas del hábitat. Uno de los primeros síntomas son los huesos delgados que se rompen fácilmente al realizar actividades normales como trepar o saltar. Puedes notar las patas de «Popeye» hinchadas o arqueadas que se sienten abultadas o con bultos al tacto. Las lesiones de la médula espinal también pueden ser consecuencia de la EOM, y pueden provocar parálisis si no se tratan. Una mandíbula esponjosa también puede indicar la presencia de EOM, y podría causar una pérdida de apetito debido al dolor o a la dificultad para comer. Puedes prevenir fácilmente la EOM cuidando adecuadamente a tu iguana.
El comportamiento normal de tu iguana debe ser activo y alegre. Debe ser consciente de su entorno y estar alerta. Debe caminar firmemente y debe ser capaz de moverse fácilmente sin cojear, usando ambos brazos y piernas, así como su cola. El letargo y el desinterés pueden ser signos de que está enferma o de que tiene un problema de parásitos. Por lo que, si notas un cambio en las actividades de tu iguana o en sus hábitos alimenticios, consulta con tu veterinario.
Una grave disminución del apetito o que de plano deje de comer puede ser un indicio de enfermedad. Si tu iguana tiene demasiado frío, evitará comer hasta que esté más caliente; esto se debe a que los reptiles necesitan calor para digerir su comida. Vigila también los excrementos de tu iguana, ya que cualquier cambio de hábito significativo en la frecuencia o forma de las heces podrían ser un indicador de que algo va mal.
Tamaño adecuado del hábitat
Asegúrate de que el hábitat de tu iguana es del tamaño adecuado para su tamaño. Tu iguana debe poder moverse libremente y girar con facilidad en su hábitat. También debe haber suficiente espacio para un área de escondite y ramas para un área de descanso.
A veces puedes notar que tu iguana se frota repetidamente la cara o la nariz contra su hábitat, en algunas ocasiones hasta el punto de causarse daños en la piel. Mientras que el frotamiento de la nariz puede ser un signo de varias frustraciones como, el estrés o la temporada de cría, también puede ser porque el hábitat de tu iguana es demasiado pequeño. Las iguanas requieren un hábitat sorprendentemente grande para prosperar, y si esta necesidad no se satisface, puede empezar a frotarse la nariz. Si no hay otros problemas de salud o estrés, considera la posibilidad de proporcionar un hábitat más grande para tu iguana.
A pesar del amor que le puedes tener a tu pequeño reptil, las iguanas no dejan de ser animales salvajes, y no siempre muestran signos externos evidentes de enfermedad (hacerlo en un entorno natural puede ponerlas en riesgo ante los depredadores). Depende de ti estar siempre atento como tutor responsable. Presta atención a la rutina, el aspecto y los comportamientos normales de tu iguana para poder detectar un problema antes de que sea grave. Por suerte para ti, esto simplemente implica pasar tiempo con tu iguana, que es algo que probablemente deseas hacer más a menudo de todos modos.
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